VILLAJOYOSA: EL TOQUE DE COLOR DE LA COSTA BLANCA

Llegamos aquella tarde de Junio a eso de las 18.00 horas a la ciudad de Villajoyosa. Lo primero que nos encontramos fue el cartel que da la bienvenida al forastero con un: ¡Bienvenido a La Vila Joiosa! Dicha denominación, es tan oficial como la otra.

Llegamos desde Torrevieja en poco más de una hora y una vez dentro de la ciudad, que apenas supera los 30.000 habitantes, seguimos las indicaciones que nos enviaban al puerto (realmente no teníamos idea de dónde dejar el coche). Sin embargo, y aquí va una puntualización que os servirá de gran ayuda, una vez que hayáis bajado hasta la mismísima playa principal de la localidad, no giréis a la izquierda, lo que os haría llegar al puerto; girad a la derecha e iréis a parar a una zona de estacionamiento público para vehículos sin coste alguno. Realmente es un trozo de playa habilitado como un pequeño parking en el que, si no llegáis en horas muy conflictivas, podréis aparcar sin ningún problema. Para que tengáis un poco más de información, la calle paralela a la playa es denominada calle Arsenal y debéis dirigiros hacia la zona denominada Partida Puntes del Moro, dónde se encuentra el lugar de estacionamiento del que os hablo.

Una vez allí, nos dirigimos hacia el paseo marítimo, calle Arsenal, en el cual comenzamos a darnos cuenta de la diversidad de colores que adornaban las casas de la localidad, lo que gracias al sol que pegaba aquel maravilloso día de finales de Junio, embellecía de forma brutal la postal que se cernía ante nuestros ojos. Tanto si destinábamos la mirada hacia la playa como si, con un giro de 180º, contemplábamos los variados colores de las viviendas, divisábamos una maravilla. La primera imagen que me vino a la mente cuando comprobé lo que era capaz de transmitirme el conjunto de viviendas y sus colores, fue la de uno de los destinos más demandados actualmente en el Mediterráneo cuando hablamos de cruceros, y es que la profesión tira mucho. Hablo de la región de La Spezia, localidad italiana que se encuentra en el golfo del mismo nombre que la localidad y que muestra un encanto muy particular por el colorido que presentan sus casas. La Vila Joiosa se me asimiló muchísimo a las imágenes que corren en mi mente de la región de Cinque Terre (La Spezia), y a las que, por cierto, podéis acceder en montones de catálogos del actual verano 2014 (como es el caso de Pullmantur) que se han inclinado por este destino como poderío turístico del Mediterráneo en cuanto a cruceros. A todo esto, la localidad me comenzó a enamorar. El sol ayudaba, la temperatura, no excesiva, echaba una mano y los colores que empezaban a formar tanto el mar como el cielo en su fusión en aquel lejano horizonte hacían que el momento fuese sencillamente precioso. Posteriormente, incluso mejoró.

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La localidad está situada en una fuerte pendiente, es decir, sobre un montículo. Decidimos pues, ascender para perdernos por las fastuosas calles de la localidad. Enseguida estas callejuelas dieron paso a que mi imaginación se pusiera a trabajar para hacer retroceder el reloj y rememorar alguna de las luchas que allí debieron suceder entre piratas y habitantes del lugar, o como después supimos, cruentas batallas entre moros y cristianos (de aquí que se celebren unas de las fiestas más populares del territorio nacional conmemorando esas luchas entre ambas culturas).

Sigamos con nuestra ruta, que nos llevó, tras conocer la bonita plaza principal en la que había varias opciones de restauración, a tomar una calle con una buena cuesta arriba. Cogimos la calle Costera del Mar hasta llegar a la plaza de la Generalitat, y nos dimos cuenta que entre las fachadas de las casas de la parte izquierda de dicha calle (izquierda si uno sube), sobresalían trozos de muralla que bien denotaban el ser muy antiguas. Efectivamente comprobé después que son resquicios de la muralla que ordenó construir Felipe II durante el siglo XVI para defender la ciudad de los constantes ataques de piratas berberiscos. Empalmada a las mismas murallas, fuimos a parar a una iglesia que, aunque bastante erosionada por el paso del tiempo, dejaba ver la hermosura del conjunto histórico artístico de la ciudad. Hablamos de la Iglesia de la Assumpció.

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Posteriormente decidimos dar el paso definitivo de perdernos por las callejuelas vileras: desde la Avenida del País Valenciá fuimos buscando el camino que nos introdujera en la maraña de calles, y qué mejor lugar para empezar el paseo por la Carrer Major, por la cual descendimos hasta la Plaza Castelar donde, tras la esquina, vimos la parte frontal de la Iglesia que habíamos intuido desde extramuros.

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Villajoyosa (8)Desde aquí, podría contaros exactamente el recorrido que realizamos pero mi consejo es que, una vez que hayáis llegado a este punto, dejéis que vuestras piernas os guíen sin rumbo fijo a través de las preciosas calles de la ciudad. Calles como la Carrer Arxius, la calle María Amada, Carrer Costereta y unas cuantas más podrán daros muestra de la belleza que el pequeño casco antiguo de La Vila Joiosa posee. Todas, o prácticamente todas, dan a parar, eso sí, a la más atractiva de todas, la Carrer Major. Os aconsejo buscar también la Carrer Frai Posidonio Major, desde la cual comprobaréis cómo el río Amadorio divide la ciudad en dos partes y podréis divisar el lado adverso de la orilla del río, una zona en la que también encontraréis una belleza urbanística de importancia. Entre las diversas calzadas de la localidad podréis encontrar algunas plazuelas o placitas en las que, os aseguro, el cuerpo os invitará a sentaros para respirar el sosiego que el casco histórico pone en bandeja al turista. No perdáis de vista el Ayuntamiento, en una construcción igual de llamativa que el resto de edificaciones pero que diferenciaréis gracias a las banderas de la localidad y de la Comunidad Valenciana que afloran en la fachada. Dicho edificio lo encontraréis bajando por la Carrer Major.

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Sin daros cuenta, recorreréis calle tras calle hasta ir descendiendo y dar a parar a la avenida que después nombraré. Aprovecho también para decir que, aunque no íbamos ataviados para darnos un baño, sí pudimos acercarnos a la arena para calificar el estado de la misma, algo que nos pareció asombroso. Sin duda, Playa Centro es de las mejores playas que hemos conocido en la zona levantina, con una arena fina y clara y una explanada lo bastante ancha (unos 30 metros) y lo bastante larga (más de 1 km) como para soportar la gran cantidad de turistas que acuden al lugar verano tras verano y evitar así que se produzcan aglomeraciones de gente que conviertan la jornada playera en incómoda; el mar además, parecía claro y limpio, a pesar de tener la desembocadura del río Amadorio cerca de dicha playa. Además de esta playa, situada en el centro de la localidad, también hay otras cercanas algo más pequeñas, incluso calas, de calidad muy similar y con un grado de ocupación más bajo.

Sublime (sobre todo para la mente) fue el paseo que dimos hasta dar de nuevo, casi sin querer, con la Avinguda Jose Maria Esquerdo Zaragoza, concretamente con la hermosa plaza desde la que en el inicio de nuestro tránsito contemplamos la playa.

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Algo había cambiado, eran pasadas las 20.30 de la tarde y ya prácticamente nadie quedaba en la playa. El color del cielo en la puesta de sol era todavía más lindo que horas antes. Cuanto más se iba escondiendo éste, más se iba formando un color indescriptible, que tan sólo con una imagen se puede mostrar.

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Tan sólo quedaba decantarnos por un lugar para dar rienda suelta al paladar, que ya eran horas de cenar. Escogimos una creperie y nuevamente acertamos de lleno. Los refrescos acompañados por unas aceitunas con guiso de la tierra dieron paso a unos asombrosos crepes que contenían bechamel, huevo, champiñones, bacon y jamón de york. La simpática camarera de origen francés nos comentó que eran unos crepes de diseño italiano, ya que la cocinera era del país de la bota. Ya les felicitamos in situ, pero volvemos a hacerlo desde aquí. De los mejores crepes que hemos comido sin duda, en la Crepería La Florentina, en la calle Arsenal nº 22. Además, desde el lugar pudimos contemplar una de las más inolvidables puestas de sol que he contemplado en todo lo que va de 2014.

Nuestra visita a La Vila Joiosa acabó aquí, esperamos poder acudir el año que viene en lo que nos han contado son unas de las más populares fiestas de Moros y Cristianos y que se celebran entre el 24 y el 31 de Julio (aunque en nuestro sector es temporada alta y nos será muy complicado, no obstante, lo intentaremos). Podremos conocer la ciudad a fondo, aunque nuestra primera impresión fue simplemente magnífica.

3 comentarios en “VILLAJOYOSA: EL TOQUE DE COLOR DE LA COSTA BLANCA

  1. Habeis realizado una paseo digamos, histórico-gráfico de la Vila, realmente magistral. Embajadores como vosotros que canten y promulgen la belleza de este pueblo es el mejor piropo que la vila puede recibir

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